lunes, 30 de noviembre de 2009

De cricket (El Financiero 2005?

Solo alguien muy imbécil no comprendería que un partido de futbol se desarrolla con señores en pantalones cortos que tratan de meter una pelota en una portería que es una caseta con dos palitos y un palote contenidos por una red. El asunto es elemental y supongo que ello explica la popularidad de este deporte en que lo único que se requiere es patear adecuadamente. Como este caso hay otros muchos en los que no es necesario ser físico nuclear para entender de qué va la cosa, entre ellos se cuenta el volibol y el básquetbol. Habría que ser ligeramente estúpido para no entender que una carrera consiste en llegar antes que los demás o que el señor que lanza más lejos un objeto es el campeón. Existen otros deportes ligeramente más crípticos como el béisbol o el futbol americano en los que se necesita un poco más de tiempo para averiguar de qué va la cosa. Hasta ahí todo bien pero ¿y el cricket? ¿quién carajo entiende el cricket?
El otro día estaba yo viendo la televisión (como se sabe la mitad de mi vida se ha documentado enfrente de un aparato televisivo) cuando sintonicé un juego de cricket y me quedé como las estatuas de marfil. Me encontré con un grupo de señores vestidos como me vestía yo para la tabla gimnástica, todos de blanco. Portaban unas cachuchitas escalofriantes idénticas a las que usaba yo en mis años de boy scout nomás que sin rayitas, esto es; un diseño que no pasa más allá de la coronilla con una visera de miriñaque que son muy útiles para lucir como un idiota. Un señor con casco y rodilleras se paraba delante de tres palitos portando una especie de palo de esos que se usan para amasar la harina, otro señor pegaba una carrerita y le lanzaba una pelota que el otro intentaba batear. Deduje que se trataba de tirar los palitos porque si el lanzador lo lograba su equipo se ponía muy contento y pegaba de brincos. También entendí que era una buena cosa atrapar la pelota en el aire aunque nunca quedó claro quién tenía que correr y con qué objeto. El conteo era temible ya que lo normal sería poner un uno y luego un dos cada que alguien logre hacer lo que se supone que hay que hacer (que ignoro todavía qué es) ya que el marcador era algo como 325-236. En ese preciso instante se acabó el procedimiento deductivo lo que me hizo sentir esencialmente un pendejo y para matizar esta idea pasé a la hipótesis de que los ingleses hacen las cosas por joder.
Veamos, si uno visita Inglaterra, el primer reto es que a uno no se lo lleven de corbata al cruzar la calle porque los vehículos circulan en sentido contrario y uno está adiestrado para mirar hacia otro lado. El segundo, si se tiene el tiempo y los recursos suficientes, es aprender a manejar un pinche carro que trae el volante en el lado derecho para llegar a una gasolinería donde nunca se sabe cuánto fue el importe ya que, a pesar de que ya adoptaron el sistema decimal los peniques viejos valen 2.4 peniques nuevos, lo que convierte todo en un desmadre.
Consciente de que puedo estar cometiendo una injusticia hacia los hijos de la blanca Albión es que apagué la televisión y acudí a la red para buscar las reglas de este noble juego. Primero hallé lo que supuse era el reglamento, una madre indescifrable, tanto así que solo hasta la media hora me di cuenta que se trataba de un juego de dardos. Luego accedí a la página de la Federación Internacional de cricket y me encontré con un texto de 37 cuartillas del cual entendí que una partida se juega entre 11 participantes por equipo y ahí me quedé porque el resto del documento era tan claro como la fórmula de fisión del Uranio. No entendí un carajo y me quedé profundamente deprimido. Pero lo que me pareció más notable es que en México se practica este deporte a través de una cosa que se llama Reforma Athletic Club. ¿Alguien me puede explicar este misterio indescifrable?