sábado, 19 de junio de 2010

Disfraces zoofílicos (El Financiero 2007)

Cuando pensé que lo había visto todo con respecto al pinche halloween me encontré con la siguiente nota en el periódico El Universal que reproduzco íntegra dado su enorme valor antropológico y si no ayúdeme, querido lector, a juzgar porque creo que el asunto me rebasa: "Aproximadamente 7% de los dueños de mascotas adquirieron un disfraz para sus animalitos en este Halloween, un aumento de 3% con respecto del año pasado (cifras de Estados Unidos), de acuerdo con la Asociación Americana de Manufactura de Productos para Mascotas. Si planeas unirte a la tendencia, ten en cuenta, antes que nada, la comodidad y seguridad de tu peludo amigo al hacerlo. Aquí te damos algunas recomendaciones a) Ten cuidado de no atar los lazos y hebillas en forma apretada, porque podrían bloquear el paso del aire y provocar asfixia. b) Comprueba que el animal pueda moverse libremente y que el traje no restrinja su visión ni su oído. c) No dejes que tu mascota roa o mastique el disfraz, puede contener tintas tóxicas y otros químicos. d) Comprueba que el material del que está hecho no sea inflamable. e) Procura que tu compañero se acostumbre a su traje de Batman poniéndoselo a ratos unos días antes de la festividad; la noche de Halloween no se lo dejes puesto por mucho tiempo. f) Un disfraz que tenga algunas franjas o detalles fluorescentes, como el de un esqueleto por ejemplo, que reflejen la luz, será mejor si vas a pasear a tu mascota de noche. g) Si tienes un perro, sácalo sólo con su correa, hay muchas distracciones esa noche. h) Una advertencia final, no dejes que se acerque a velas o veladoras encendidas, el disfraz puede encenderse y causarle quemaduras graves."
Muy bien, las sorpresas, por lo menos para mí son múltiples; la primera es que si consideramos, de acuerdo al reciente censo, que la población de Estados Unidos ronda los 300 millones de personas podemos asumir, siguiendo un cálculo elemental que existen 23.7 millones de imbéciles que disfrutan poniéndole gorritos a sus mascotas…son muchos millones se trate de quien se trate. Los consejitos ofrecidos son absolutamente congruentes con el coeficiente intelectual de los destinatarios. Por ejemplo el de no asfixiar a la comadreja con un lazo en el pescuezo. Otras son limitaciones porque si la señora Montgomery de Huntintongville Illinois, decide disfrazar a su loro huasteco de fantasma tendrá que hacerle orejeras para que el pájaro pueda escuchar. Se pide que se evite que el animal roa o mastique su disfraz para que no se intoxique y sin embargo el consejo más importante y predecible no se da; si yo fuera una mascota y viera venir a mi amo con una capa del conde Drácula que me quiere poner a huevo, no solo lo roería, le sacaría los ojos a chingadazos. Por supuesto tuve una visión; el traje de Batman acomodado en el cuerpo regordete de Adam West ya me parecía en sí mismo espantoso y ahora imaginarlo en el puerco espín del vecino me produce sensaciones varias, la dominante por supuesto es que hay que tener una forma benigna de retardo mental para tal idea. Se advierte de ponerle a la mascota algo así como huesos del cuerpo fluorescentes, supongo que para evitar un atropellamiento si entender que éste ya se dio en el momento de la disfrazadera. La idea de ponerle la correa al perro es críptica ya que se trata de una noche con “Muchas distracciones”. En efecto cualquiera puede perder la concentración si al caminar por las banquetas de Alabama se encuentra con una boa constrictor disfrazada de momia que podría parecer el bastón de yeso de gigante del Monte.
En fin, no entiendo nada como es costumbre. Los disfraces siempre me han parecido ridículos y cuando la gente los aplica a sus mascotas invariablemente pienso en lo mal que está el mundo. A los 23 millones que velan armas con una máscara de Frankestein para su marmota mis saludos y el deseo más sincero de que sigan felices en sus lugares natales. Mientras se queden allá y yo permanezca en estas tierras no tendremos ningún problema.