miércoles, 30 de septiembre de 2009

El caramelito y los extraterrestres (Digresiones con resortera, Lectorum 2004)

Felipe, el de Mafalda, dijo alguna vez que el riesgo de traer las orejas puestas es que uno se expone a oír cosas que lo pueden petrificar. La verdad infinita de esta frase se convirtió en dogma de fe para un servidor hace unos al escuchar el controvertido programa “Media hora en la vida de José Luis Cuevas” . El formato de la serie es realmente muy simple; nuestro insigne y nacional pintor es entrevistado durante treinta minutos por una joven babeante e incondicional. Bien, en algún momento maese Cuevas relató su primera –y muy interesante— experiencia sexual. Parece ser que una vieja verde le dijo cuando tenía muy corta edad: (mucha atención) “niño José Luis, ¿me dejas ver el caramelito que tienes en el pantalón?”. En ese instante le di un tope al coche de enfrente por el sobresalto que me causó la declaración de marras. No pude más cuando la entrevistadora comentó: “José Luis, en estos días se cumplirá el (aquí entra un número) aniversario de tu primera relación sexual ¿cuáles son tus recuerdos?”
Cambié de Frecuencia.
El riesgo de traer las orejas puestas se volvió a manifestar poco tiempo después cuando prendí la televisión sintonicé (sé que si hay un Dios en el cielo, me perdonará) “Súper vacaciones”, allí encontré a un payaso llamado “Lagrimita” que habla como estúpido y que incita a los niños a que se den de almohadazos. Su compañero era un panzón acromegálico con voz de matraca que dijo (mucha atención) “los dinosaurios, esos temibles animales prehispánicos”.
Esta historia de frases y orejas se inicia muy temprano en la vida cuando nuestro maestro de Geografía, el malogrado “Tlaloc” (por su enorme parecido con el dios de la lluvia) nos platicó durante una de sus clases que el maíz no era originario de Mesoamérica, como ordinariamente se pensaba, sino (mucha atención) extraterrestre y que había sido
depositado en nuestro planeta por seres superinteligentes que, de esta manera, ayudarían a la raza humana. El azoro que nos causó tal declaración bastó para ponerle una paloma de cinco pesos en el excusado que llenó a todos; a él de orines y a nosotros de rayos ultravioleta, ya que nos castigaron dejándonos un día entero al rayo del sol en el patio escolar.
Luego vino el “Tontín” otro docente de ejemplar estupidez que un día, durante una inolvidable clase de anatomía, propuso la teoría del “muchacho bueno” al decirnos que en las películas de vaqueros, el muchacho bueno invariablemente le atinaba en la cabeza a la amenazadora serpiente de cascabel, no porque fuera muy buen tirador sino (mucha atención) debido a que la serpiente detectaba al calor de la bala que venía hacia ella y con la rapidez de Flash (así dijo) la atacaba.
Pobre hombre.
En realidad el mundo está lleno de ideas inquietantes. La Secretaria del SNTE declara que: “volarán como águilas, porque a las moscas las vuelan los sombrerazos” , algún idiota del que afortunadamente he olvidado el nombre dice: “el polo no es un deporte elitista”.
Debemos urgir a los especialistas en diseño ortopédico para que trabajen intensamente en la creación de un filtro auditivo que nos permita diferenciar lo sublime de o ridículo. De otra manera, los caramelitos y los extraterrestres se apoderarán del planeta de una vez y para siempre.