sábado, 24 de octubre de 2009

Las 10 mejores (Etcétera 1998)

¿Si estuvieras en una isla desierta en la que hubiera cocos, aborígenes y una videocasetera cuáles serían las diez películas que te llevarías? Solo esa situación extrema o una llamada de Marco Levario me harían pensar sobre el asunto y aquí estoy... pensando.
En el mundo del cine (como en todos los mundos) los mortales se dividen en dos categorías básicas; los que saben y los que no sabemos y que tenemos la única ventaja de ser mayoría aplastante. Los que saben tienen un catálogo de favoritas que se parece tanto al mío como un semáforo a una foca (un día iré a terapia para entender porque se me ocurren tales símiles); para ellos el Ciudadano Kane es una obra maestra, para mí es el recuerdo de un hombre obeso llorando no sé si por un trineo o un perro que se llamaba Rosebud. Los que saben veneran Un perro andaluz de Buñuel y su servidor simplemente evoca la sensación sobrecogedora de entender que un hombre en pleno uso de facultades filmara una retina de vaca y que una masa de otros hombres en pleno uso de facultades lo encontraran una obra maestra. Por supuesto hay más ejemplos Viscontifellinitruffatianos, en todos ellos recuerdo al salir del cine mi sentimiento de soledad intelectual: “soy un estúpido” pensaba, mientras todo mundo explicaba entusiasmado como el cuadro de la pared simbolizaba la relación edípica entre el protagonista y su señora madre.
Actualmente sigo siendo estúpido pera la diferencia es que ya no me da vergüenza y es por ello que quiero contraponer la débil oposición de un lego cinematográfico ante la aplastante mirada de los expertos, a los que mucho respeto pero con los cuáles no me iría a Ciudad Juárez en coche para hablar de cine en el camino. Una última advertencia: no es mi deseo jugar el juego de la simpatía hacia la ignorancia; el que crea que los que sí saben son los villanos se equivoca, como nos equivocamos todos cuando tratamos de imponer una preferencia en los demás.
Precisamente las preferencias siguen leyes darwinianas de evolución y me apresuro a decir que afortunadamente ya que, de otra manera, yo seguiría disfrutando las películas de Capulina. Se supone que la experiencia es una fuente en la que abreva la capacidad de discernir y que esta capacidad nos permite tomar una posición decidida ante las disyuntivas que ofrece la vida, sin embargo, la vida nos obliga, cada vez con mayor frecuencia a entrar en un terreno maniqueo en el que la opinión inmediata y definitiva es la única opción aceptable. Si ponemos atención nos daremos cuenta que el “déjeme pensar un poco” es un proceso en peligro de extinción. En este contexto la definición de diez películas es una tarea tan sencilla como afinar un reactor nuclear ya que son dos las alternativas elementales: determinar, por un lado, si uno al salir del cine expresa cosas como “que peliculón”, o, utiliza la expresión alternativa y ligeramente vulgar “es una mierda”. ¿Con qué películas quedarse? ¿Las que nos hicieron llorar? Pues entonces habría que tomar la imagen de “El Torito” calcinado o el momento en que Bambi pierde a su progenitora. ¿Las que hicieron brotar la adrenalina? No hay más que pensar en Michael Caine disfrazado de señora gozosa en "Vestida para matar", o ¿quizá los filmes (escribir filmes es un recurso literario que reconozco ridículo) que tuvieron un efecto didáctico? Es el caso de María Elena Marqués encerrando en un cuarto a un señor que, se supone, era Francisco González Bocanegra para escribir la letra del Himno Nacional (siempre supuse que el Himno tenía ese tinte bélico porque don Francisco no podía salir de la habitación).
Otro problema es el estado de animo con el que se entra a la sala. ¿Qué tal que el día que uno fue e ver Ocho y medio estaba de un humor de perros? ¿Quién nos asegura que la complacencia ante Rocky I no fue el producto del comercio carnal establecido antes de entrar al cine? Desde luego nadie.
Entiendo, de acuerdo a la encuesta recientemente publicada por este semanario, que existen películas que no pueden fallar en el Top Ten, entiendo también que ninguna de ellas se cuenta en mi propio Hit Parade, así que en este momento y hechas las reservas del caso, aventuro mi propia lista, con la misma sensación de seguridad que sintió el General Custer el día que le dijeron que los indios estaban un poco inquietos.
Alien
El esqueleto de la señora Morales
Toro Salvaje
1900
Derzu Uzala
Ciudad Cero
La última noche de Boris Grusensko
Sucedió una noche
El verdugo de Sevilla
Medtierráneo
Como puede verse es una lista gobernada por el eclecticismo y la esquizofrenia pero no podría ser de otra manera considerando mis naturales disfunciones. Si me preguntaran mañana seguramente la lista se modificaría lo cual me parece una de las ventajas de no ser un experto en absolutamente nada.