jueves, 17 de febrero de 2011

Los talibanes sexuales (El Financiero 2001)

En mi cuadro de honor particular se encuentra Raúl Trejo Delarbre, un periodista que se ha encargado sistemáticamente de llamar nuestra atención sobre los vicios y excesos de los medios. Raúl -una de las plumas más equilibradas y lúcidas del periodismo nacional- es director de Etcétera, una revista que se especializa justamente en el análisis mediático y colaborador del periódico Crónica (que, por cierto, frecuentemente cae en los vicios que el propio Trejo ha señalado y que identifica al PRD como el causante de todos los males posibles y de otros que están por inventarse). Hace unos días Raúl escribió un artículo titulado “Los talibanes totonacas” donde da cuenta de las exigencias de un señor de nombre Guillermo Bustamante que evidentemente sufre una forma benigna de retardo mental y se ostenta como Presidente de la Unión Nacional de Padres de Familia, agrupación que ignoro a quién representa (yo soy padre de familia y ni inhalando volátiles solicitaría mi afiliación) pero que tiene la capacidad de cuando en cuando de hacer señalamientos que son en sí mismos lecciones de historia ya que nos remiten irremisiblemente a la alta edad media. En pocas palabras (o en muchas no lo sé) el señor Bustamante ha señalado que el libro de ciencias naturales de quinto grado de primaria es: “genitalista, reduccionista y promotor de conductas antinaturales”, además de que implica: “un lenguaje subliminal” para la promoción de “conductas homosexuales”. Desde luego Raúl –que es un caballero- simplemente expresa su rechazo a tales posturas pero yo –que no lo soy- quiero aportar mi visión de las cosas.
Lo primero que diré es que respiro por la herida; en 1993 fui uno de los autores del programa de ciencias naturales para la primaria que tanto molesta a don Guillermo y además, soy, como consta en la página legal, revisor del libro de marras. Recuerdo que cuando analicé el texto me pareció adecuado y pertinente y nunca se me ocurrió (porque no soy tonto) entrar en digresiones acerca de los “mensajes subliminales” ocultos por ahí. Una de las láminas que molestan al señor Bustamante se encuentra en la página 101 y muestra a dos chavos bañándose, en el pie de la ilustración se lee: “el niño de la izquierda tiene el pene circuncidado y el de la derecha no”. Me imagino que en ese momento el señor Bustamante entró en coma ya que en su diccionario personal (o en el de la Asociación que tan dignamente dirige) el pene debe llamarse: “vergüenza”, “parte noble” o de plano “pirinola”. Uno analiza la ilustración (horrorosa, por cierto) y, efectivamente el niño de la izquierda se está enjabonando la cabeza mientras que el de la derecha hace lo propio con su cuello. El primer punto es que a menos que la gente que se bañe en las mismas regaderas sea causalmente homosexual, no me imagino en qué estaría pensando el señor Bustamante mientras veía la ilustración (miento, sí me imagino).
En segundo lugar, nuestro buen amigo se dedicó con el tiempo y paciencia suficientes a contar que en todo el libro existen 25 referencias genitales. Si la vida me diera el mismo tiempo podría apostar que la palabra azúcar aparece 30 y ello no significa que los dueños de los ingenios quieran pervertir mentes infantiles para captar futuros consumidores. Los argumentos ofrecidos son de ese calibre y uno debería reírse de no ser por la escalofriante declaración de que el Secretario de Educación “fue muy receptivo”. Desde luego se entiende que un señor tan importante no puede decirle a un grupo de gentes que lo visitan que son un puñado de badulaques, pero sí puede y debe establecer una posición que permita intuir que tales demandas son tan sensatas como la de que los gringos nos devuelvan el Alta California.
Me parece señor Bustamante que ha equivocado el tiro; un libro que promoviera conductas antinaturales sería aquel que estimulara en los niños el deseo de trabajar con Pati Chapoy o que les permitiera disfrutar de Barney el dinosaurio que vive en nuestra mente o peor aún… que los orillara a ser miembros de la Asociación nacional de Padres de Familia, institución que en su propaganda podría expresar: nos respaldan diez siglos de experiencia cuidando a las familias del mundo.