martes, 18 de mayo de 2010

Dinámicas (El Financiero 2001)

Alguna vez haciendo caso a mis instintos que misteriosamente me recomendaban regresar al ámbito escolar, presenté mi solicitud para entrar en un programa de estudios impartido por una institución muy prestigiosa que no mencionaré por aquello de los rostizones, digo misteriosamente porque tales impulsos son absolutamente impropios de mi personalidad que puede ser adjetivada con un concepto elemental: huevón. Dicho programa tenía enormes virtudes, se conocía gente muy simpática, los profesores eran una especie de vacas sagradas, pero quizá el más conspicuo de estos atributos es que uno podía viajar de gorra a lugares que de otra forma no se conocerían jamás. Para mi sorpresa fui aceptado y se me indicó que debería presentarme e un examen de inglés en dónde conocería a mis futuros compañeros; uno de ellos llegó con un impermeable negro que solo le había visto yo a Peter Lorre en películas de intriga y acto seguido se dedicó a tomar un líquido incoloro que traía en un frasquito y que probablemente fue el responsable no solo de que reprobara el examen, sino de un colapso neuronal del que –supongo- no se ha recuperado. La segunda sorpresa consistió en la aprobación del examen de marras y digo sorpresa porque lo primero era recibir una lista de cincuenta reactivos de opción múltiple bajo un formato como el que procederé a ejemplificar: Complete the sentence: 1) Mary ______ in Coyoacan avenue. Las opciones eran: a) live, b) lived, c) living y d) livead. A mí –que no se me da el asunto de los idiomas- me parecía que todas las respuestas eran correctas así que en un prodigio estadístico me encomendé a la zona cerebral responsable de la intuición y (misterio de misterios) aprobé.
Como ya he explicado parte del curso consistía en viajar y conocer mundo, además se esperaba que intercambiáramos experiencias con representantes de otras 11 naciones que, como nosotros, habían decidido pasar de nuevo por la escuela. Ello determinó que una noche primaveral me embarcara junto con mis compañeros en un avión trasatlántico que nos llevaría a Londres donde pasaríamos el fin de semana en nuestra ruta a Zimbabwe. Cabe aclarar que la delegación mexicana en un arrebato de buena voluntad, había decidido comprar una docena de botellas de tequila que serían repartidas entre la comunidad internacional. También cabe aclarar que la citada delegación se tomó diez de esas botellas en el fin de semana comentado por lo que cuando el avión que nos llevaría a África a partir de Londres salió, nuestro aspecto era el mismo que el de alguien que ha luchado contra la fuerza de los elementos y ha salido derrotado.
En la fiesta de recepción nos juntaron a más de cien personas de todos los países para “romper el hielo”, el asunto se logró con un éxito desigual ya que si bien algunos miembros de la expedición hasta paladearon las tinieblas del amasiato, otros –como yo- simplemente no entendimos nada (para certificar lo que le digo trate un día de hablar en inglés sin dominar el idioma, con un chino que hace lo propio, es decir no dominar el idioma). Los diálogos eran decepcionantes y nos llevaban a cosas tan profundas como relatarnos mutuamente el número de chinos que hay en China, la receta del pato cantonés o la razón por la cual los mariachis traen pistola.
El viaje estuvo lleno de experiencias notables que algún día le contaré. Sin embargo, la que más llamó mi atención fue una serie de dinámicas que un señor se encargó de presentarnos y que consistían en cosas como naufragar en una isla desierta y elegir entre opciones como un abrelatas o una figura de Lladró. Otra muy buena fue la de darnos popotes y un huevo con el fin de que construyéramos un implemento que evitara su ruptura al tirarlos desde una altura de tres metros. En este caso todos aquellos con iniciativa se apoderaron de los popotes y del huevo y los que nacimos para obedecer o que el asunto nos daba (justamente) hueva, decidimos montar a caballo en un acto de rebeldía que me dejó (justamente) los testículos en calidad de machacado dada mi incapacidad ecuestre.
En fin, hoy quería hablar de dinámicas y terminé narrando retazos de un viaje, pero supongo que así son las cosas; uno propone y la memoria dispone.