miércoles, 10 de febrero de 2010

Elegía para un Infante difunto (La Mosca 2007)

Estaba yo el otro día echado en un sofá en posición de decúbito dorsal (una de mis posturas favoritas) viendo la televisión en pleno estado de modorra semi etílica, cuando de pronto y a traición apareció un octogenario con tres dientes y barba crecida que pegó un grito escalofriante, mismo que me produjo hendimiento de próstata y sudoraciones inguinales. Puse atención y descubrí que el citado personaje era un fan avejentado rindiendo homenaje en el Panteón Jardín con motivo del cincuenta aniversario luctuoso de Pedro Infante.
Lo que ése día vi parecía una galería de experimentos científicos; ancianas que declaraban ser las novias de don Pedro (podían haber sido perfectamente novias de la mamá del muerto), señores con un bigote idéntico al de los villanos de películas de hace sesenta años, siguiendo un principio geométrico consistente en trazarse una raya arriba de la boca con una regla del tres y luego dejar crecer sobre esa línea, una masa capilar muy similar a la de un azotador en celo. Los había imitadores que cantaban subiendo la trompita y con los ojos entornados y otros vestidos de policías (imaginar fans vestidos de policías). En fin un vodevil que me dejó bastante fascinado.
Al respecto y para no irme en blanco, me autoplagiaré. Las siguientes son líneas alusivas que aparecieron en un libro de cine que tuve la ocurrencia de escribir hace un par de años: (“La sala oscura”, Paidós)
"Nosotros los pobres", "Ustedes los ricos" y "Pepe el toro" películas de Ismael Rodríguez permitieron que Pedro Infante se inmortalizara; en ellas se relata la historia de un señor que es carpintero, pega de chiflidos cuando trabaja, es encantador y habla como creen en Guadalajara que hablamos los chilangos, diciendo cosas como: "voitelas para los calvos". El problema es que a pesar de su carisma tiene mala suerte, malfario que se manifiesta inexorablemente y cuya evidencia científica es la siguiente: a) le vuelan la lana de la maquinaria y la única que se entera es la madre paralítica que lo único que puede mover son los ojos por lo que el ratero comete el crimen perfecto, b) su hija (¿hijastra? ¿sobrina?) le es arrebatada por los parientes ricos que son mamoncísimos y que se avergüenzan de que conviva con tal pelusa, c) se le muere la esposa y el hijo en un incendio, lo cual le provoca una locura casi de baba que lo mantiene encerrado en su cuarto tres días d) lo meten al bote y le saca un ojo a uno que es maldito y que ante una llave china no tiene más remedio que gritar ¡Pepe el Toro es inocenteee! e) se hace boxeador y de un derechazo mata a su mejor amigo, Lalo Gallardo f) la hija ¿hijastra? ¿sobrina? Engorda 25 kilos en el sorprendente lapso de dos películas y g) a uno jorobado que se llama "El camellito” se lo lleva el tranvía y cuando comprensiblemente pregunta por el estado de sus piernas le informan con notable sensibilidad: "¿pos cuáles piernas camellito?, ¡si ya no tienes!".
Después de todo lo anterior y en lugar de exilarse en Siberia o realizarse una limpia en la sierra de Ixtlán, el carpintero-boxeador acaba en el panteón rindiendo homenaje a los múltiples muertos de la historia mientras se insinúa que hay probabilidades de un arreglo amoroso con la viuda del amigo. Supongo que la trama anterior si fuera broma, sería malísima, sin embargo, es (misterio de los misterios) probablemente la trilogía más exitosa del cine mexicano. Fin de la cita.
Por supuesto que un servidor, al igual que el resto de los mexicanos ha visto doce veces cada película de Infante (escribir “el idolo de Guamuchil” sería una mamada ejemplar) y nada tengo en contra de ellas, de hecho me divierten. Lo que me parece idiota es que Televisa arme un homenaje en que hace que la gente se vista como imbécil (hay que tener mucha autodeterminación y temple para vestirse como el niño Tizoc en cadena nacional) y se agandallen un homenaje que no tiene otro propósito que ganar dinero. Sin embargo y pensándolo bien, el idiota soy yo porque no se me ocurren esas ideas lo que determinará que en mi futuro mercantil nunca pase de perico perro…carajo.
En fin… yo se los juro que yo no fui y Pepe el Toro es inocente.