lunes, 31 de agosto de 2009

Instrucciones para festejar el día de las madres (El Financiero 2004)

1.- Obténgase una madre cuyo aspecto sea el que la ortodoxia recomienda para este tipo de festejos. Ello supone el pelo blanco, si es posible con chongo de la Corregidora, unos lentes bifocales que se balanceen en la punta de la nariz, medias color café que se doblen a la altura de la canilla, mirada beatífica y un reboso de bolita. Conviene sentar a la festejada en una mecedora para evitar cualquier riesgo de un colapso. También es conveniente que nuestro objeto del homenaje diga frases como: “ay mijito”, “si Dios nos presta vida” o “yo ya estoy muy vieja”.
2.- Es menester machetearse un poema alusivo a la celebración que deberá ser usado en el momento oportuno. Existe un sinnúmero de opciones sin embargo, mi respetuosa sugerencia es acudir al vate Aguirre y Fierro, autor de las siguientes líneas inmortales: ¡Por mi madre! bohemios, por la anciana que piensa en el mañana, como en algo muy dulce y muy deseado, porque sueña tal vez que mi destino me señala el camino, por el que volveré pronto a su lado. Por la anciana adorada y bendecida, por la que con su sangre me dio vida, y ternura y cariño. Como podrá apreciarse críticamente, los párrafos anteriores son escalofriantes, es por ello que se recomienda recitarlos en completo estado de ebriedad, llorando y con muchos movimientos de brazos. Téngase la prudencia de evitar que la festejada se encuentre en la línea de fuego del declamante para evitar el riesgo de que éste en un arrebato de efusión , tan propio de estos casos, le caiga encima y la mande al sanatorio. Se sugiere que nuestra madrecita también llore en este momento y se deje dar un beso en la coronilla.
3.- Prepárese una comida capaz de indigestar a un buitre; tacos, enchiladas, mole, machitos y el resto de las vísceras que contiene un animal mamífero. Acompáñese con cerveza y tequila. Antes de entrar en coma etílico procúrese que los nietos lean cartas alusivas en las que reflejan el amor que sienten por su abuela. Es razonable suponer que los más grandecitos pondrán cara de hueva y se negarán rotundamente al homenaje. En este caso bastará amenazarlos con la pérdida de algún privilegio para que se disciplinen. Testimonios como el siguiente del cantante Beto Cuevas nos parecen ejemplares: Después de cuatro horas, las que supuestamente tenía que haber utilizado para sacar los cachivaches, mi madre entró y me vio acostado en una silla de playa hablando por teléfono con una amiga. Lanzó un grito al cielo y me pegó un escobazo en la cabeza. "Mi cabeza era (y aún es) muy dura y rompió el palo de la escoba. Nos miramos mutuamente y nos reímos a carcajadas, por lo absurdo de la situación. Fue una muy linda anécdota, aunque parezca violenta, ya que mi madre nunca abusó físicamente de nosotros. Mamá, ¡feliz día, te quiero mucho!".
4.- Consígase un mariachi, o de perdida un trío. En el primer caso es muy importante advertir a la festejada de la llegada del grupo musical ya que un trompetazo a traición podría desencadenara un soplo cardíaco absolutamente indeseable. En ese momento el primo que canta deberá entonar las canciones predilectas de la anciana, que deberá ser sujeto de abrazos descoyuntadores de toda la parentela en estado de ebriedad. Se procederá a abrir los regalos entre los que se sugieren bolas de estambre, un chalecito café, que deberán ser acompañados por las manualidades que hacen los infantes en la escuela y que se caracterizan por su funcionalidad tales como: una madre de madera para poner objetos calientes con la foto del niño Juanito, un pisapapeles pirograbado o un calendario lleno de dibujos acerca de la deforestación mundial con textos como el siguiente: Si vieras que a veces cuando estoy muy triste quisiera ser ave y llegar a ti, para acurrucarme como cuando niño, Madre eres ejemplo del amor sin fin.
Si usted, querido, lector, sigue estas sencillas reglas tendrá un éxito garantizado y podrá cumplir con su deuda histórica. Procure recordar además que a nuestras madres hay que quererlas todo el año y no nomás un día. He dicho.