viernes, 19 de octubre de 2012

La crudeza de las redes (Etcétera 2011)

“Crea fama y échate a dormir” reza el clásico y en estos tiempos mediáticos el asunto se vuelve una verdad del tamaño de una casa. Pensemos en las percepciones públicas de ciertos personajes para ejemplificar esta tendencia; Miguel de La Madrid es alguien “gris”, Fabián Lavalle, un alcoholicazo o Hugo Sánchez un mamón. En efecto, algo habrán hecho o dejado de hacer estos personajes para generar esa fama en el imaginario colectivo y troquelar de manera indeleble, tal imagen. Lo anterior no es una novedad, tendemos a buscar el rasgo más superficial de cualquier cosa y con ello acomodar etiquetas, lo realmente emergente es el uso de redes sociales para darle resonancia a las percepciones públicas, ¿el mejor ejemplo? Ninel Conde. Vayamos por partes. Si uno se toma el tiempo y tiene la paciencia suficiente entrará a la página oficial de Ninel y acto seguido (es mi triste caso) sufrirá una especie de embolia debido a que de la nada y a traición la Diva se arranca cantando sin advertencia previa. Una vez pasado el susto nos podremos enterar de que esta jovenaza tiene medidas 90-58-90, que para mí no tienen ningún significado pero sí las fotos que delatan a una que está buenísima. Ninel estudió, actuación, expresión corporal y “voz” y nos hace favor de informarnos que ha participado en proyectos tan relevantes como “La hora Pico”, “Cotorreando” y “No manches” y que tiene reconocimientos ejemplares como el de la Asociación de Locutores de Veracruz. Bien, no es necesario un Nóbel de Física para entender que la dama en cuestión posee la capacidad intelectual de un pisapapeles, cosa que se puede confirmar en su cuenta de tuiter cuando pone cosas como “Que sueÑooo!!!!!!♣” en beneficio de su más de trescientos mil seguidores a los que imagino babeantes e incondicionales. Hasta aquí no hay nada novedoso; durante años y con la tenacidad de un caracol de jardín he venido dando muestras ejemplares de que la televisión nacional se distingue por cuotas de imbecilidad olímpicas así que sería injusto y desmedido exigirles alguna dosis de raciocinio. Lo que me interesa ejemplificar es otro fenómeno; la guillotina pública en que se han convertido algunas redes sociales, señaladamente tuiter. Hace no mucho por ejemplo, el diputado Mario Di Constanzo señaló que Pinochet era un “dictador argentino” y se le vino el mundo encima. Días después hizo un chiste pendejo acerca del atentado en el Tecnológico de Monterrey y confieso que participé activamente en su hostigamiento hasta que finalmente emitió una disculpa de dientes para afuera. Las redes sociales no perdonan y ello se evidencia día con día, es por ello que no son para almas sensibles que no aguantan vendavales. Toda esta digresión la emprendo justamente por “El Bombón asesino” y la reciente moda de hacerla lucir como una imbécil sistemáticamente. Todo parece iniciar el día que Ninel aparentemente confundió un tsunami con un tsurimi, o escribió “Samborns”. Ignoro si esto ocurrió en efecto, la tragedia es que lo creo perfectamente posible. De pronto y de la nada vino el aluvión como se consigna en el siguiente texto: La actriz asegura que ella nunca ha dicho nada de lo que se le ha adjudicado, dice informador.com.mx. Pero eso no paró a "Twitteros" y "facebookeros" para echar a andar su imaginación y elaborar chistes de la actriz. Incluso, en Facebook se creó una página especial para compartir dichas bromas, bajo el nombre de "Los chistes de Ninel Conde", al que 5 mil 790 le han dado "Me gusta" y varias son quienes comparten ocurrencias, donde Ninel Conde es la protagonista. En Twitter se creó un perfil llamado @Ninelreflexiona, donde también se burlaban de ella, pero que ya ha desaparecido, aunque los usuarios de la red social piden su regreso. Asimismo, se abrió la cuenta @ChistesNinel, donde se postean y retwittean burlas; y el hashtag #ChistesdeNinel. También se puede hacer una búsqueda de Ninel o Ninel Conde y aparecen cientos de chistes. Yahoo no se quedó atrás y ya hay quien en Yahoo Answers preguntó si conocen chistes de la cantante. La reacción del Bombón fue esperable, al principio se encabronó ya que a nadie le gusta que se pitorreen de su lucidez pero luego, probablemente con la asesoría de López Dóriga y su “Juayderito” instituyó un concurso de chistes que favorecen la auto parodia. Todo este vodevil tiene varias aristas algunas que prefiguran un abuso imposible de parar. Recuerdo muy bien el día que subieron a la señora madre de Lucero dando pasitos y semidesnuda en un video privado que se hizo público en you tube para la carcajada general. Pasa un poco lo mismo con el caso de Ninel, habrá quien diga que es una figura pública y en consecuencia debe pagar el costo asociado a esta condición, habrá también quien sugiera que no se puede limitar la posibilidad de expresarse ya que nadie posee el rasero para determinar lo que es aceptable de lo que no. Este debate, me parece, no se ha dado. Salvo mecanismos generados por los creadores de redes sociales para denunciar comentarios asociados a racismo o a violencia y filtrarlos, cualquiera, puede poner lo que le dé la gana el día que le dé la gana. Otro elemento asociado a las redes sociales es su fugacidad; así como explota un tema y se vuelve tópico salvaje, su reiteración cansa pronto y es abandonado por otro. El caso de Ángel Verdugo el de las viejas pendejas de Polanco y recientemente el de Ninel ilustran este vértigo “nada hay más viejo que un tuit de hace 2 horas” escribí algún día. El fenómeno del Bombón Asesino dio de qué hablar el mes de agosto y nada más. Pronto las redes sociales llenan espacios y huecos a veces con aciertos y a veces con histeria. Es momento de empezar a asimilar estos cambios preparando a la siguiente víctima propiciatoria que, a juzgar por los hechos, será un político o Jorge G. Castañeda que tuitea con el ego por delante y el índice levantado.

lunes, 8 de octubre de 2012

De intelectuales (El Financiero 1998)

Me imagino que los servicios diplomáticos de todos los países del mundo tienen un librito o un manual en el que se explican las costumbres planetarias y que recomiendan cosas como ver a los ojos de una princesa de Bora Bora que trae los pectorales de fuera, o usar el cuchillo correcto en el baile de los reyes de Bélgica. Me imagino también que en el caso de México hay un apartado así de grande en el que se advierte a reyes, presidentes o primeros ministros que todo aquel que llegue a estas nuestras nacionales tierras, se enfrentará a una serie de ritos ignotos que pueden poner su vida en peligro. El primero y más conspicuo consiste en calarle al ilustre visitante un sombrero de mariachi ¿para qué? Lo ignoro, como ignoro el destino que tendrá tal atuendo al regreso. El manual debe ilustrar también sobre los niños que van en bola con la banderita visitante, así como de las visitas que se hacen a los sitios menos visitables del mundo, como una fábrica de latas o de mofles de motocicleta. Me imagino, también que el librito de marras advierte sobre la necesidad de usar tapones en los oídos ya que un matracazo a traición es estímulo suficiente para desgraciarle la trompa de Eustaquio al más pintado. Cuando el visitante regresa a su avión se tiene previsto el suero y un destino turístico para reponerse de la faena. Sin embargo, y aunque usted no lo crea querido lector, el tema de esta semana no es el de las visitas presidenciales, sino de una parte del rito que siempre ha llamado mi atención por bizarro; el de la cita del visitante con los intelectuales. Alguna vez mi padre viajó a Argentina, lo mismo que un centenar de gorrones invitados por el presidente Echeverría, todos ellos tenían un común denominador: eran “intelectuales” (lo pongo así, entre comillas, porque ignoro el significado del término). La mayoría de estos señores, entre los que se contaban varias glorias nacionales hicieron lo que la lógica obligaba y vivieron en completo estado de ebriedad varios días y de regreso se pararon a fayuquear todo lo que pudieron. Digo que era lógico porque yo hubiera hecho lo mismo. Después de todo, ¿qué se esperaba de estos señores? ¿Qué escribieran sonetos o esculpieran estatuas de jueves a domingo? ¿Qué entendieran las relaciones culturales entre ambos pueblos? Lo dicho: pura gorra. El único saldo palpable de tal visita no es una escuela en Buenos Aires que se llame Benito Juárez o un programa establecido de intercambio cultural, sino una televisión portátil que se descompuso quince años después y que le vendimos al ropavejero. Pero, perdone usted, este tampoco es el tema, lo que quiero discutir es una pregunta simple pero perturbadora: ¿qué carajos es un intelectual? Lo que uno s e imagina de inmediato es que por tal término debe entenderse a un señor que se las sabe de todas todas y que ha destacado en alguna rama artística ¿por qué rama artística? Misterio de nuevo. Dos problemas percibo, el primero es que nadie se describe a sí mismo como “intelectual” ya que no solo suena inmodesto, sino ridículo. La paradoja es que son tan brutos que les encanta que los demás sí los describan de ésa manera. El segundo problema se encuentra en el sistema de acreditación; ¿quién es el que califica al resto dentro de la categoría de “intelectual”? Absolutamente nadie, parecería que tal mérito se obtiene con el paso de los años por lo que nuestra grey del intelecto debe sumar más años que la era Cenozoica, asunto con el que no tengo nada en contra aunque no comparta la idea de que la vejez implica mérito alguno, como no lo implica ser adolescente o de Michoacán. En fin, propongo que en el siguiente desayuno de intelectuales, nos presentemos, en una acto de sabotaje, todos los que podamos con el fin de obligar a alguien a explicarnos porque los que se están comiendo medio kilo de machaca caben en la definición y nosotros no... Sería buenísimo.