martes, 22 de septiembre de 2009

De críticos (Fragmento de La sala Oscura, Paidós 2002)

Qué determina que a un señor le guste Stravinsky y a otro Los Bukis? ¿Cuál es la diferencia entre una pintura de Rembrandt y un paisaje-calendario de carpintería en el que se aprecia a la mujer dormida enseñando la tetamenta? ¿Qué hace tan grande a "El ciudadano Kane" La respuesta no la sé, inclusive me da lo mismo, aunque tengo una intuición: Los críticos.
Mi vida se guía por una suerte de diccionario personal que no necesariamente es igual a la enciclopedia. Así por ejemplo donde el mamotreto académico dice: “crisofué (voz imitativa de su canto) m. Ornit. Ven. Benteveo, pájaro tiránido.”, mi diccionario no dice nada, y en donde el Quillet explica: “crítico Perteneciente a la crítica.- Hablando del tiempo, punto, ocasión etc., el más oportuno, o que debe aprovecharse o atenderse.” mi diccionario personal explica: “crítico un señor que tumba más caña que los hijos de la revolución cubana”. Si bien mi diccionario es parco (no tenía ni idea de que chacoub es una pitaya) también tiene sus debilidades ya que no define “criticado” que en mi opinión es un tercero que recibe -como un soldado de la patria- carretadas de caca (o de incienso) cuando presenta su obra.
Existen profesiones inequívocas; un marinero, por ejemplo, se viste como un niño de principios de siglo y sube a un barco para recorrer la mar océano. Hay señores que recogen la basura y la suben en camiones y otros que hurgan en ella y se presentan de cuatro a cinco en la televisión para hablar de asuntos tan fascinantes como la uña enterrada de Enrique Iglesias. El hojalatero, vive en cambio, de la pendejez ajena y se dedica a pegarle a un coche hasta dejarlo como estaba. Un crítico –igual que el hojalatero- invierte su esfuerzo profesional en dar guamazos, nomás que el objetivo de tal esfuerzo son lo que llamamos “los creadores” que no son otros que nuestros escritores, cineastas y dramaturgos nacionales. Pero ¿cómo se forma un crítico? ¿Cuándo alguien declara en su infancia que su vocación es comentar lo que otros hacen? Mi primer y único antecedente sobre el tema lo encuentro en el niño Javier Villegas, mejor conocido como "el Tololón" un infante al que le daba por opinar. El día que se nos ocurrió montar la obra escolar: "El burlador de Sevilla" como usted sabe (mentira, no lo sabe) una obra de Tirso de Molina, asignamos los papeles bajo criterios de pertinencia; don Juan era uno guapetón, la más buenota del salón hacía (“hacía” es jerga de teatro) la heroína, su servidor era Catalinón, el criado de don Juan y así nos seguimos. El día del estreno se sucedieron catástrofes diversas; ocho de cada diez actores no se aprendieron el papel lo que determinó que salieran con una tarjeta en la mano o que de plano el director les soplara sus parlamentos por medio de gritos que trataban de ser susurros. Don Juan nunca apareció porque su mamá había chocado y entonces uno que estaba para el gato se hizo cargo del papel, finalmente y para rematar, la escenografía se vino abajo en el peor momento (que fue el mejor ya que gracias al derrumbe la obra terminó). En ése momento se apareció el Tololón y declaró parsimoniosamente: "que porquería". Entendí al instante y como si me golpeara un rayo el papel de la crítica.
Se asume por principio, que un crítico es una persona de lo más calificado para explicar al resto de la gente las virtudes y los defectos de las propuestas artísticas que recibe. Supongo que en esta labor podemos hallar un servicio social que sería muy agradecible si no estuviera mediado por un discurso ilegible en las más de las ocasiones y en otras orientado bajo el mexicano principio de que hasta lo que no comen les hace daño ya que nada les parece. Yo frecuentemente leo la crítica e inmediatamente me siento estafado; fui a la escuela con muchos trabajos, no me considero esencialmente imbécil pero resulta que no entiendo nada de nada y en ello hay parte del problema ya que, la grey ilustrada funciona a veces como vaca en manada y se deja ir por los designios de la mayoría intelectual, lo que me recuerda la historia del que no habla bien otro idioma pero hace como que sí para no lucir como pendejo, sin darse cuenta que ello (parecer badulaque) es exactamente lo que logra con su actitud.
Mi ejemplo favorito (que no es cinematográfico) se refiere a la historia del dinosaurio de Monterroso, un clásico en toda la extensión de la palabra. Si uno se dirige a la página 75 de las Obras completas (y otros cuentos) encontrará en la parte superior la leyenda “El dinosaurio”, todo lo demás incluida la siguiente hoja está en blanco. En la página 77 se puede leer: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí. Acto seguido, se puede tomar otro libro: Viaje al centro de la fábula y leer la siguiente pregunta hecha por Jorge Rufinelli al propio Monterroso: A tus ejemplos de no reiteración yo añadiría uno de tus cuentos más famosos, “El dinosaurio”. Nunca lo reiteraste, no intentaste otros de igual extensión mínima. Un autor diferente hubiera tratado de escribir cuentos de una sola línea como explotando el filón… y hasta ahí la cita. Preguntas varias: ¿cuándo despertó quién? ¿el dinosaurio? ¿Benito Juárez?; ¿por qué es un cuento? ¿en qué consiste la gracia? ¿en que siga ahí un dinosaurio que nadie sabe dónde andaba? No lo sé y el asunto para mí es simplemente ilegible.
En esta dirección se orientan algunos críticos que consideran el ejercicio de su profesión como una fuente de nuevas rutas idiomáticas, concretamente al arameo. Son los que van por la vida escribiendo cosas como: “la propuesta plástica de fulanito nos remite instantáneamente a la evocación de un universo transtextualizado”. A esta categoría pertenece, por ejemplo el comentario de Alberto Paredes al título de una antología de Rafael Vargas llamada El sueño del alquimista, dice Paredes textualmente: “supongo que alude a las metamorfosis revelatorias de la naturaleza y de los objetos comunes de uso doméstico que hacemos enmudecer a fuerza de indiferencia”. Después de leer lo anterior yo también hago suposiciones, la primera y más importante es que la amistad entre Paredes y Vargas también enmudeció…

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