Siempre he pensado que las subastas son eventos a donde asiste gente muy rara y llena de conocimientos que el resto de los mortales no poseemos. Se me ocurre, por ejemplo, que están a la caza de gangas que nadie advierte o que buscan cosas que un servidor ni borracho adquiriría como una silla de cocina del siglo XVI o un frutero oriental de la dinastía Chung. A la hora fijada a parece un señor muy elegante de buena voz que lee algo como: “cinturón de castidad, siglo XIII, policromado, sin llave original”, mientras esto ocurre un edecán alza a la vista de todos una especie de casco vikingo lleno de herrumbe y entonces empiezan las pujas. De acuerdo a la ortodoxia uno no debe cometer la naquencia de alzar la mano (que es lo primero que se me ocurriría si estuviera interesado en tal artefacto), no, la elegancia recomienda la mayor sutileza en la oferta. De esta manera lo que un observador puede apreciar mientras transcurre la subasta es a un grupo de señores llenos de tics que se agarran el bigote o se hurgan la nariz. Al final el objeto subastado es asignado al mayor ofertante y todos le dan un aplausito.
Así las cosas el pasado martes me enteré al leer este periódico es que la empresa Chivas Regal celebra sus doscientos años y para tal acontecimiento ha tenido la saludable idea de hacer una subasta cuya recaudación se utilizará con fines benéficos en una especie de Teletón del primer mundo. Hasta ahí no tengo problema; que los ricos le den a los pobres si bien no soluciona nada, hace la diferencia para el pobre que recibe y para el rico que alivia su alma. El problema, en realidad, tiene que ver con los lotes a susbastar, algunos de los cuales procedo a analizar:
Visite el Vaticano con los Caballeros de Malta y tenga una audiencia con el papa. Lo primero que hay que decir es que con los Caballeros de Malta yo no iría ni a la esquina, no digamos al Vaticano, no me imagino de qué platicaríamos, a lo mejor yo le pregunto a un señor vestido como paje de la corte del rey Luis ¿y cómo se hizo Caballero de Malta? o ¿y dónde queda Malta? o ¿son de ustedes los perros malteses? En fin el asunto estaría irremediablemente destinado al fracaso.
Adquiera un baño de plata firmado por 25 celebridades de Glastonbury 200 incluyendo a Jo Whiley, Sara Cox y a Fat Boy Slim. A este asunto no le entro porque lo siento rodeado por misterios insondables ¿qué es un baño de plata? ¿Glastonbury 2000? ¿quién carajo es Jo Whiley o Fat Boy Slim? ¿Son cantantes? ¿toreros? No lo sé.
Tome parte en el campeonato mundial de polo sobre elefantes en Nepal. La idea desde luego es notable por donde se le quiera ver. Usar elefantes para jugar polo –me parece- es una de las iniciativas mas estúpidas que se me puedan ocurrir, afortunadamente no se me ocurrió a mí sino a alguien con creatividad. Me imagino también que ir sobre los lomos de un elefante que huelen justamente a eso y dando tumbos no es precisamente la idea que tengo e vivir plenamente la vida por lo que también en este caso me excusaría.
Viva una semana inolvidable con los indios ashaninka. ¿Y si a los indios ashaninka no les da la gana vivir una semana inolvidable con un servidor? La idea me parece tan buena como la que tienen todos aquellos que aterrizan en casa ajena y se apropian del baño y el refrigerador y se vuelven una peste a los tres días. Ignoro las costumbres de la tribu ashaninka, es más ignoro dónde viven pero dudo mucho que entre sus costumbres se encuentre la de recibir a extraños de camarita y bermudas que van a aprender sobre su cultura. A menos que estén completamente mediatizados y si es el caso ¿a qué carajo va uno?
Aparezca en la portada de la revista Complot acompañado de un top model. La pregunta relevante es cómo se va a ver un gordo como yo al lado de una buenona que sería la top model. Mi pronóstico es que muy mal.
Por las razones expuestas este servidor se excusa de participar en la subasta, a lo más me tomare un wisquito a la salud de los enfermos.
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