Siempre confié en el maestro Freud para interpretar mis sueños. ¿ Que soñaba con un buque de guerra? La cosa era fálica. ¿ Que estaba en un cuadrilátero poniendo como camote a Fidel Velázquez? Un Edipo mal resuelto. Sin embargo, recientemente tuve oportunidad de leer las cartas que el padre del psicoanálisis le mandaba a su novia y quedé muy desencantado. "(...) En primer lugar, a la pregunta de si te dejo patinar te contesto rotundamente que no. Soy demasiado celoso para permitir tal cosa. Yo no sé patinar y, aunque supiera, no tendría tiempo para acompañarte, y alguien habría de hacerlo, de modo que olvídalo". Esto le escribió don Segismundo a Martha Bernays el 21 de enero de 1885. A que la chingada -- me dije-- , ¿ cómo confiar en las interpretaciones de un tipo tan alcornoque? Entonces dejé a Freud.
Pero seguí soñando.
Mi suerte cambió y un día al salir del Metro encontré a un vendedor que ofrecía el célebre libro: Explicación de los sueños y pesadillas de autor anónimo. Desde luego lo compré. Las revelaciones que recibí aún reverberan en mi alma.
En los "Pronósticos judiciarios concernientes a los niños según el día de la semana en el que nazcan" encontré que dado que vine al mundo un viernes: "seré de complexión robusta, aunque voluptuoso y mujeriego". Esta aseveración -- huelga decirlo-- se convirtió en fuente de muchas desgracias y desprestigios.
Cuando consulté la sección "El oráculo de los amantes" me di cuenta que las preguntas interesantes ya habían sido planteadas: ¿ debo ir hoy al baile? ¿ Será mi esposo rico? ¿ Volverá y me será fiel? Para responder a tan candentes cuestiones fue menester dar la vuelta a una ruletita con los signos del zodiaco. Las respuestas se presentaron en forma de inquietantes versos:
a) No te lo quiero decir por no oírte gemir.
b) Tu novio te quiere mucho pero cuidado que es ducho.
c) Tiene buenas intenciones pero casamiento ¡ nones!
d) Evitando toda cuita llegarás a viejecita.
e) No vayas a hurtadillas, perderías una costilla.
f) Aun siendo niño de escuela se jugará hasta su abuela.
g) Un estreñimiento atroz si no te curas veloz.
Dios mío.
Cuando soñé que estaba en el Salón Madrid haciendo pipí, acudí a mi manual y encontré bajo la palabra "orines", la siguiente advertencia: "Florida salud: beberlos terminación de enfermedad. El juego lo arruinará pronto".
Debo confesar que sufrí un gran desconcierto; en realidad no soñé que tomaba los orines, lo que cancelaba la opción de terminar con mi enfermedad. En cambio, existía la temible advertencia de que el juego me arruinaría pronto ¿ cuál juego? ¿ el de barajas? ¿ el de futbol?
Durante un mes esquivé deliberadamente todo expendio de lotería que se cruzara en mi camino. Ni siquiera compré el "melate". En otra ocasión soñé que mi esposa se levantaba de la cama mientras la cabeza le daba vueltas y decía: "eres un impotente". El manual, paradójicamente, me indicó que tendría un "cercano logro" lo que me llevó a atribuir cualquier éxito en mi vida a la impotencia. Luego soñé que en las manos traía un par de guantes, esta vez mi manual declaró: "El que sueña usar buenos guantes, será feliz; el que lo contrario, experimentará mil incomodidades. Eso no resuelve el problema". Deduje que "lo contrario" era usar malos guantes. Sin embargo, no recordaba detalles de calidad en mi sueño. Lo que me dejó en blanco fue la última frase: "Eso no resuelve el problema" ¿ qué problema? ¿ Usar guantes buenos? ¿ Guantes malos? ¿ Cuál problema? ¿ De frío? ¿ De usar guantes malos? Sólo Dios lo sabe.
Mi último sueño fue el más simple: estaba en la cámara de diputados y les mentaba la madre a todos los presentes. Cuando estaba a punto de abrir mi manual, me quedé pensando en lo mucho que los sueños representan nuestros propios deseos.
Y cerré el libro.