Se ha documentado de manera suficiente e inequívoca que la creciente emisión de gases de efecto invernadero tiene un efecto atmosférico por medio del cuál se incrementa la temperatura planetaria. Se ha demostrado también que las consecuencias de esta elevación gradual de la temperatura pueden ser desastrosamente negativas en términos humanos, ambientales y económicos. Si se aceptan estas premisas básicas entonces se podrá convenir que uno de los eventos climáticos (en el amplio sentido de las palabras) más importantes para nuestro futuro se llevó a cabo en la ciudad de Kioto, Japón en el mes de diciembre de 1995. En dicha ciudad un grupo de países industrializados pactó un acuerdo, que tendría que ser ratificado años después, por medio del cuál un grupo de Naciones industrializadas se comprometían a reducir por lo menos un 5% las emisiones de seis gases (señaladamente CO2 y Metano) en el período comprendido entre 2008 y 2012. El 100% referente era la cantidad de emisiones de 1990.
Este compromiso se pactó bajo el “principio de responsabilidades compartidas” pero diferenciadas y es por ello que la meta de reducción excluyó a países en desarrollo y no fue la misma para los desarrollados. Con el paso de los años algunos países adquirieron posiciones radicales obre el tema; concretamente Estados Unidos; los presidentes Clinton y Bush se negaron a ratificar el Protocolo argumentando que no detendrían el crecimiento económico norteamericano y su desacuerdo a que países emisores como India y China no signara compromiso alguno.
La meta para ratificar el Protocolo de Kioto requería de un número de países emisores que completara el 55% de las emisiones totales. Ello ocurrió en el año 2004 cuando el gobierno ruso accedió a ratificarlo. El Protocolo entró en vigor, con la firma de México y de más de 100 países, en febrero de 2005.
Varios son los saldos de Kioto, quizá el menos desdeñable es la firma de cumplimientos vinculantes -a diferencia del catálogo de buenas intenciones derivadas de la Cumbre de Río. Gracias al encuentro en Japón se activó el mercado de bonos de carbono, un mecanismo que otorga incentivos económicos para detener las emisiones y los Mecanismos de Desarrollo Limpio, a través de los cuales los países industrializados transfieren tecnología limpia a naciones en proceso de desarrollo.
Se han realizado varias reuniones internacionales a partir de Kioto pero sin lugar a dudas una de las más importantes es la que se celebrará en la ciudad de Copenhague del 7 al 18 de diciembre de este año. Esta reunión es particularmente importante ya que en ella se ha propuesto el objetivo explícito de generar "la conclusión de un acuerdo jurídicamente vinculante sobre el clima, válido en todo el mundo, que se aplica a partir de 2012 ". En otras palabras los acuerdos de Copenhague suceden a los de Kioto ya que estos terminan justamente en 2012 y definen el rumbo que tomarán las políticas de reducción de emisiones en el mundo. La importancia de este futuro acuerdo puede ser evaluado por el hecho de que al momento 65 líderes de Estado han confirmado su participación y entre ellos se encuentran las naciones más poderosas del mundo
Para dar cuenta de este evento Equilibrio se ha dado a la tarea de consultar a profesionales y estudiosos en la materia con el fin de que compartan con nuestros lectores su opinión ante las propuestas mexicanas en el próximo mes de diciembre. Se han hecho básicamente dos preguntas: ¿Qué opina de las propuestas que hará México en Conpenhague? y Desde su punto de vista ¿cuáles serían las propuestas ideales?. Estamos seguros que las aportaciones de este grupo experto resultarán de su interés.
Los editores de la revista me han pedido asimismo,mi opinión. Pues bien esta no es esperanzadora. México se adhirió al Protocolo en febrero de 2005 bajo el mandato de Fox. El discurso alusivo hablaba de lo obvio y evidente; transitar hacia el uso de tecnologías más limpias, buscar una tasa de deforestación cero y fomentar el uso de fuentes energéticas no contaminantes como la eólica o la solar para limitar nuestra dependencia al uso de hidrocarburos, que se están terminando.
Más de cuatro años después los resultados son profundamente magros. Se está planeando una Refinería obsoleta y el catálogo de acciones expresadas por el gobierno mexicano sigue siendo un ramillete de buenas intenciones sin los estímulos y las políticas que permitan su desarrollo. Con buenas intenciones ciertamente (Fox dixit) llegaremos a Copenhague por el camino trasero.
1 comentario:
Francamente, lo de Copenhague fue decepcionante. Y del papel de nuestro país, ni hablar. Ya lo decías tú en otro de los artículos, si el problema del agua ya nos superó y nadie hace nada, ¿qué podemos esperar con todo el resto? Es una pena, pero el uso del "aquí y ahora" nos está llevando directito a la chingada y salvo poquísimas voces, parece no importarle a nadie. Es un gusto saber que a ti sí, un abrazo.
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