Los mortales que no entendemos de marcadotecnia siempre hemos asumido que el rating es la cantidad de seres humanos que hacen un alto en su vida y se dedican a ver la televisión para comprar un champú, porque deja el pelo que es un contento, o porque los barros se van, y que ese rating es una función de lo atractiva que resulta una propuesta televisiva. En esta sección cultural nos podremos burlar, pero estoy seguro que con el rating de Paco Stanley, podría comprarse la edición completa de las obras de Xaviera Hollander, o de perdis una casa en Villas de la Hacienda... que ya es decir.
Recientemente el pueblo de México ha sido testigo de como dos empresas televisivas se han dedicado a darse en la madre alegremente ante la búsqueda de seguidores. Primero TV Azteca y su líder, un hombre de barbita de yuppie, sacó en los periódicos unos desplegados escandalosos en los que daba la impresión de que el que no los veía, era pendejo. Televisa replicó el domingo pasado presentando la lista de los 100 programas más vistos en la televisión durante 1996. El documento no deja de tener un valor antropológico que me interesa comentar con usted.
La ilusión sería de que los mexicanos en este año que termina nos dedicamos a oír conciertos de Mahler; la puesta en escena de Germán Robles donde el comendador es Pelayo; o ya de jodida un programa de Nexos en el que se habla de lo mucho que fallamos. Sin embargo, el rating es inexorable y nos dice que de los primeros diez programas que ocuparon nuestras preferencias en el año, seis fueron partidos de futbol, tres fueron telenovelas y lo que queda, es la controvertida película del Karate Kid cuando va a que le rompan la madre en Okinawa.
Las enseñanzas de esta estrategia publicitaria son múltiples, ¿tiene sentido en este país publicar una traducción de Pessoa o presentar en la Casa Lamm los últimos escritos de Kundera? La respuesta es que francamente no. Si uno se atiene a lo que la voz del rating (que es la voz de Dios) indica, de lo que se trata es de organizar un equipo que le gane a todos (que no hay), o de poner a una vieja bien buena que nació en el lugar equivocado -como una noruega que naciera en Tepito (María la del Barrio)- o finalmente pagarle un boleto a Ralph Macchio para ver de que lado masca la iguana.
Como este asunto genera depresión, podemos pasar a la siguiente veintena de programas más vistos y entonces nos daremos cuenta que el asunto ya se compuso; sólo dos telenovelas ocupan las preferencias de los mexicanos, luego cinco películas y finalmente tres partidos de futbol. Hagamos un análisis fino: la telenovelas son Retrato de Familia (de la cuál no tengo idea) y Acapulco Cuerpo y Alma, en la que salía Paty Manterola en bikini (mamacita), La películas son de cineteca: Terminator 2; Colmillo Blanco y Karate Kid 3 (dónde ya el karateka se cambió de sexo).
En la tercera decena de programas gustados destacan cuatro películas, tres programas de futbol y dos telenovelas; los filmes se titulan: Contacto sangriento 2, que no tuve oportunidad de ver, A volar joven; Peleador sin ley y Ganar o morir. En el segundo caso, parece ser una película del genial Mario Moreno, en el tercero una donde alguien le pone en la madre a dieciocho contricantes sin despeinarse y la cuarta suena como la de un jugador de cartas que cada que le matan un tercia de reyes al as, se pone loco. Las telenovelas Marisol y Morelia deben de tratar el controvertido tema de un muchacho que no se da cuenta que la mujer que está bien buena le quiere causar un perjuicio y que la bondadosa, que es ciega o le falta una pierna en realidad lo ama.
Si avanzamos hacia la cuarta decena el saldo es más o menos equivalente, lo que significa que este país se rige por el futbol y las películas de Bronco. Es por ello que propongo que la siguiente convocatoria del FONCA asuma la realidad y proponga en sus reglas: “ser lateral derecho, o por lo menos talla 32-C”... Que ya tendría su chiste.
Y dejarnos de jaladas...
1 comentario:
Oye Fedro, he estado observando que en tus textos de años anteriores hay más enjundia que en los actuales y a decir verdad, me gustan más los de años atrá por que son más obscuros y sarcásticos, no deja de gustarme tu estilo pero si ha habido un ligero cambia, normal creo yo. Saludos.
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