martes, 12 de junio de 2012
Encuestas (El Financiero 2001)
En tiempos recientes se ha puesto de moda el asunto de las encuestas (demoscopía, dicen los que saben) como una forma de conocer lo que la gente opina sobre prácticamente cualquier cosa, me imagino a los tomadores de decisiones mandando a hacer encuestas y revisándolas ávidamente de tal manera que sea posible identificar de que lado sopla el viento. De esta manera nos hemos podido enterar de asunto tan relevantes como que el 6% de los mexicanos ven con buenos ojos una relación con el perro. Supongo que el ejercicio es útil ya que nos puede dar pistas para determinar los hábitos de todos nuestros compatriotas ya que de esta manera se sabe si somos un montón de burros que no leen o si ésta nación es de puros borrachos o la edad en la que se espera palmemos la vela. Sin embargo advierto un problema que tiene que ver con la identificación y que se manifiesta en el momento que uno se compara con la gente de las encuestas, de esta manera, por ejemplo 97 de cada cien mexicanos pueden pensar que fulanito de tal es un pendejazo mientras que uno siempre ha creído que es una lumbrera, al enterarse lo primero que se piensa es que el pendejo es uno que no se ciñe a los criterios mayoritarios.
Lo mismo pasa con cuestiones más humanas, por ejemplo leo con profundo interés que 38 de cada cien mexicanos han conocido bíblicamente a una sola persona, mientras que 24 a 2 o 3 y que el 15% ha tenido relaciones con más de 11 personas. Este es el momento en que uno puede deprimirse pensando que ha tirado por la borda un sinfín de oportunidades o que, por el contrario es una especie de monstruo sexual asediado por los placeres de la carne. Sin embargo otro dato que ha llamado mi atención es el de los mexicanos que no creen que las parejas casadas deben tener relaciones para mantener su matrimonio que son el 98%. La pregunta salta como un conejo ¿quién carajo está mintiendo? La gente encuestada o el aforo total de los hoteles del corredor Tlalpan Cuernavaca y anexas de los que salen coches como si fuera fábrica y en los que uno advierte el prodigio de identificar una cabeza que se convierte en dos a los cien metros porque la señora salió acostada en el coche para que no la reconocieran.
Hace poco leí una encuesta en las que se detallaban las supersticiones de los mexicanos y como esta noble sección cultural ha decidido celebrar su aniversario de esa manera me parece conveniente analizar.
Resulta que el 41% de los mexicanos creen en el diablo, 42% sospechan que hemos sido visitados por extraterrestres, 25% afirman que los duendes existen y 24% creen en los fantasmas. De lo anterior se desprenden varias enseñanzas la primera es si este insigne grupo considera que el diablo es un señor con la piel como si se hubiera quedado dormido en el sol, con cola, pezuñas, cuernos y trinche (sospecho que sí), la segunda es si consideran que va por el mundo ofreciendo dinero o señoras buenonas a los que acceden a venderle su alma, o que en realidad es más sutil y nomás anda de malhora desde su dominios infernales. La segunda sorpresa es la aparición de los duendes por encima de los fantasmas ¿cómo es un duende? Siempre me he imaginado que son unos enanos que tienen las orejas como las tenía el doctor Spock, poseen barba y se visten como los enanos de Blancanieves, pero ¿no son esos los gnomos? En realidad no tengo la menor idea y creo que la cuarta parte de los mexicanos que creen en su existencia tampoco.
Finalmente me entero que el 52% de los mexicanos prefieren tener un gobierno que resuelva los problemas aunque sea corrupto y ello me resuelve muchas dudas pero me abre otras. Supongo que esta nube de 40 millones de personas es la que da y pide mordidas, la que se cuela en las colas y la que falsifica papeles. El dato es ligeramente escalofriante ya que si hiciéramos el ejercicio de preguntarle a la gente ¿es usted corrupto? Solo alguien que fuera tonto o de plano imbécil contestaría que sí y entonces uno se pregunta ¿en qué quedamos?
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